Robert Louis StevensonNo hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices
Sigmund FreudLas emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde en formas más feas
Adam SmithSi abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.
SalomónEl corazón alegre constituye buen remedio y hace que el rostro sea hermoso;
pero el espíritu triste seca los huesos. Prov. 17:22
A. MaslowSi tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo.
BudaAferrarse al odio es como coger un carbón ardiente para tirárselo a alguien: eres tú quien se quema
Fred NoanEl orden es el mejor sustitutivo de la falta de memoria.
Cuántas veces no nos hemos propuesto algo, que, por parecernos extremadamente inalcanzable, nos hemos rendido antes de intentarlo, nos hemos convencido de que no lo lograríamos, sin ni siquiera dar un primer paso que nos confirme nuestra teoría. En definitiva no nos dejamos ser, somos quienes imaginamos ser, y creamos un límite o una barrera imaginaria donde realmente no existe, son nuestras creencias las que nos lo impiden.
Si imagino y realmente creo que no sirvo para bailar (sin haberlo intentado) seré esa persona patosa que no sabe mover su cuerpo al ritmo de la música, porque como realmente creo que no sirvo, no voy a perder tiempo en intentarlo, no voy a esforzarme, habré transformado mi pensamiento en realidad. Si por el contrario, decido darme una oportunidad, sin límites y pienso que puedo conseguirlo, seguramente me apuntaré a clases, y con sorpresa, puedo descubrir que no solo se me da bien sino que soy uno de los alumnos más aventajados de la clase.
Por otra parte, puedo apuntarme a esas clases y, a pesar de intentarlo, el resultado es nefasto, a pesar de intentarlo no logro dar pie con bola, realmente mi sentido del ritmo a la hora de acompasar mi cuerpo con la música es pésimo, realmente no valgo para bailar, es una realidad. ¿Cuántas veces te has detenido ante tus límites imaginados? ¿Cuántas veces te has detenido ante tus límites reales? Parece que este chico de 16 años creyó realmente en que su meta imaginada podía convertirse en realidad, a pesar de que la realidad desde la que partía era bastante desalentadora, aún así en ningún momento dejó de intentarlo y de creer que realmente podía llegar donde imaginaba. Y lo consiguió. No pongas límites