Robert Louis StevensonNo hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices
Sigmund FreudLas emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde en formas más feas
Adam SmithSi abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.
SalomónEl corazón alegre constituye buen remedio y hace que el rostro sea hermoso;
pero el espíritu triste seca los huesos. Prov. 17:22
A. MaslowSi tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo.
BudaAferrarse al odio es como coger un carbón ardiente para tirárselo a alguien: eres tú quien se quema
Fred NoanEl orden es el mejor sustitutivo de la falta de memoria.
Según Bisquerra: “Una emoción es un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan como respuesta a un acontecimiento externo o interno”.
Podemos definir las emociones como un conjunto de vivencias determinadas por tres niveles: cognitivo/subjetivo; conductual/expresivo y fisiológico/adaptativo, que aparecen en respuesta de un evento, ya sea externo (realidad presente) o interno (recuerdo).
Las emociones nos permiten y facilitan nuestra adaptación a este evento.
Las emociones por tanto, nos predisponen a actuar de cierta forma para manejarlas, tienen funciones adaptativas sociales y conductuales.
Se debate si existen una serie de emociones básicas y universales que son expresadas y reconocidas por el ser humano independientemente de su edad, cultura, raza o sexo.
Las emociones planteadas que cumplen este criterio serian la alegría, tristeza, ira, sorpresa, miedo y asco.
ALEGRÍA. Nos induce hacia la reproducción (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien).
Promueve sensaciones de competencia y facilita la empatía.
TRISTEZA. Nos motiva hacia una nueva reintegración personal.
La tristeza promueve el aislamiento físico y psicológico, así como la introspección y la sensación de pérdida. Focaliza la atención a nivel interno de las consecuencias negativas de la situación, nos ayuda a liberar el dolor.
MIEDO. Tendemos hacia la protección.
El miedo es la emoción más determinante en nuestra supervivencia. Su papel es avisarnos de un peligro real o posible. Las respuestas a las que nos predispone el miedo son la lucha o huida.
El miedo te avisa, tú decides
SORPRESA. Ayuda a orientarnos frente a la nueva situación.
Se generan procesos atencionales y conductas de exploración. Se despierta nuestro interés ante la situación novedosa para poder decidir cuál sería la mejor adaptación posible.
ASCO O AVERSIÓN. Nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante.
Genera respuestas de escape o evitación ante situaciones desagradables o potencialmente dañinas para la salud. Promueve hábitos saludables higiénicos y adaptativos.
Siempre que emoción sube la racionalidad baja
Conociendo esto, en muchas ocasiones no será adecuado tomar una decisión cuando el pico de la emoción (sea cual sea) es muy alto, ya que no podremos advertir con claridad si la respuesta a la que nos predispone la emoción es la más adecuada en esa situación o no (actuar en caliente).
La razón nos permitirá barajar las consecuencias de nuestros actos y entonces poder seleccionar la respuesta más adecuada en cada momento.
El problema de las emociones no es sentirlas, pues como ya hemos visto tienen una función básica para nuestra supervivencia y adaptación al medio, sino instalarnos o acomodarnos en ellas.