cycloneslider
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action or later. Please see Debugging in WordPress for more information. (This message was added in version 6.7.0.) in /homepages/0/d4297204689/htdocs/wordpress/wp-includes/functions.php on line 6114Robert Louis StevensonNo hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices
Sigmund FreudLas emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde en formas más feas
Adam SmithSi abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.
SalomónEl corazón alegre constituye buen remedio y hace que el rostro sea hermoso;
pero el espíritu triste seca los huesos. Prov. 17:22
A. MaslowSi tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo.
BudaAferrarse al odio es como coger un carbón ardiente para tirárselo a alguien: eres tú quien se quema
Fred NoanEl orden es el mejor sustitutivo de la falta de memoria.
¿Te has planteado alguna vez si todas la necesidades que crees que tienes son realmente así o las has creado tú mismo? ¿Estas «necesidades» a menudo te hacen sentirte mal y descontento con el tipo de vida que llevas? En esta lectura hacemos una reflexión sobre este tema: Deseos Vs. Necesidades.
El buda Shakyamuni consideró que la causa fundamental del sufrimiento era la tendencia del ser humano a desarrollar apegos de la más variada índole. El bienestar, la dicha, la suerte, el afecto, la salud y la prosperidad están sometidos al flujo incierto de la vida. Sin embargo, el ser humano sufre cuando se ve despojado de las cosas que le son valiosas, y se ve profundamente impactado cuando, por ejemplo, debe enfrentar la realidad de la muerte. Por ello, el Buda enseñó que una manera de no dejarse abatir por el sufrimiento era erradicar los deseos mundanos, o los impulsos derivados de la ilusión, y que tal condición de vida liberada de apegos conducía a la iluminación.
Aquí un pequeño relato que puede ilustrar esta idea:
Un día, un hombre de traje oscuro se plantó delante de una casa y tocó al timbre.
– Hola. ¿En qué puedo ayudarle? – dijo e morador de la casa después de abrir la puerta.
– ¿Es usted el señor Adam Smith? – inquirió el hombre del traje.
– Sí.
– ¡Enhorabuena! Tengo que darle una maravillosa noticia: nuestra empresa ha realizado un sorteo entre los habitantes de este barrio y ha sido agraciado con este magnífico coche que tiene aquí delante – dijo el hombre con voz altisonante, apartándose para que pudiese ver un flamante automóvil deportivo.
– Muchas gracias. ¡Qué alegria!
– Y no sólo eso. También le entregamos las llaves de un chalé en una playa caribeña – añadió el hombre del traje.
– ¡Fenomenal!
– Y para terminar, le hago entrega de este maletín con un millón de euros. Hágame el favor de firmar aquí, y todo esto será suyo – sentenció el empleado de la empresa.
– Señor Smith. No sé cómo decirle esto. ¡Hemos cometido un gravísimo error! Todo estos premios son de otro vecino, otro Smith que vive al final de la cale. Tenemos que llevarnos todo lo que le entregamos ayer.
Y Adam, que debía de ser ser un avanzado practicante budista, dijo:
– Ningún problema – con la misma sonrisa serena y alegre del día anterior devolvió todo a su interlocutor.